Pecado
El término, que proviene del latín peccatum, implica la violación de normas morales, es una desobediencia a lo establecido por las ordenanzas impartidas por Dios.
Todo pecado tiene una retribución, ya que al no hacer caso, sufrimos consecuencias que nos permitirán vivir una vida de fracaso.
El origen del pecado está en nuestros genes, el corre por nuestra sangre, por la desobediencia de nuestros padres, solo podemos ser liberados cuando los reconocemos y nos arrepentimos de practicarlos delante de Dios , a través de la persona de Jesucristo , que por medio de su sangre derramada en la cruz del calvario, recibimos el perdón de los pecados, para poder ser acreedores de la vida eterna.
En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de El.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. 1 Juan 4:10.
No existe pecado grande o pequeño, todos son iguales, podemos caer con mayor facilidad en algunos de ellos, como es la mentira, fue con la que Satanás engaño al hombre, de ahí con la ligereza que se práctica, muchas veces haciéndose común en nuestras vidas. De ahí el dicho que dice: Más fácil se caerá una persona que miente, que un ciego.
Lávame por completo de mi maldad, y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis transgresiones, y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti, contra ti sólo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos, de manera que eres justo cuando hablas, y sin reproche cuando juzgas.
He aquí, yo nací en iniquidad, y en pecado me concibió mi madre. Salmos 51:5.
Los pecados son desestabilizadores, consumen y acaban con las personas, son un síntoma muchas veces de la maldad reflejada en el ser humano, que los llevan por un camino de perdición, dejándolos en oscuridades y tinieblas.
Te manifesté mi pecado, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones al Señor; y tú perdonaste la culpa de mi pecado. Salmos 32:5 .
Oración: Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a lo inmenso de tu compasión, borra mis transgresiones. Lávame por completo de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Reconociendo el sacrificio de Jesucristo en la cruz, que su sangre me perdona. Amén.