El gran tesoro La Verdad de su palabra.
La Biblia es sin dudas el libro más controversial de todos los tiempos, el más leído en la historia de la humanidad y el que ha influenciado a más personas, para nosotros los cristianos es la palabra de Dios escrita por hombres de fe inspirados por el Espíritu Santo.
Las palabras del Señor son palabras puras, plata probada en un crisol en la tierra, siete veces refinada. Salmos 12:6 .
Es un gran tesoro lleno de conocimiento, que te dará sabiduría para aprender a relacionarte con Dios y los hombres, es una joya de mucho valor, que cuando llega nuestro corazón cambia la manera de actuar y de pensar.
Una vez un hombre salvó la vida del hijo del rey y como recompensa le fue concedido el privilegio de pasar veinticuatro horas en la tesorería del rey, recogiendo toda la plata, el oro y los preciosos cálices que deseara. Cuando llegó el gran día, él trabajó con todas sus fuerzas y logró amasar una enorme fortuna.
Desde aquel día en adelante su riqueza aumentó hasta llegar a ser el hombre más rico y famoso del mundo.
Cada año ofrecía un magnífico banquete a todos los nobles del país para conmemorar el evento.
Esto continuó durante varias décadas, hasta que finalmente el resto del mundo olvidó el incidente original que dio origen a su fortuna.
Un día, en el transcurso del banquete anual, planteó una pregunta a sus acaudalados invitados: «¿Qué día es a vuestro entender el más precioso para mí?»
«Seguramente éste», conjeturaron, «tomando en cuenta lo hermoso que ha sido ornamentada su mansión, las sillas cubiertas de oro y sobre la mesa hay un despliegue de manjares exquisitos. Todos los nobles del país están sentados en derredor de su mesa y usted mismo está vestido con galas dignas de un rey».
El hombre respondió: «Efectivamente, hoy estoy muy contento.
Sin embargo hay un día que nunca voy a olvidar. Estaba hambriento y vestido con simples ropas de campesino, sin un solo sirviente para atenderme, y sin embargo, el éxtasis de cada momento de aquel maravilloso día fue muchísimo más intenso que el alborozo que siento en este momento».
Los invitados murmuraron asombrados a medida que su anfitrión continuaba la narración: «Me refiero al día en que se me permitió entrar en la tesorería del rey y llevarme todas las riquezas que pudiera recoger en 24 horas.
No comí ni bebí durante todo el día, porque me negaba a abandonar el tesoro ni por un momento. Mi ropa era simple, nadie me servía y pese a ello mi alegría no tenía límites porque con cada momento que pasaba veía crecer mi fortuna al descubrir otro precioso cáliz o gemas de valor incalculable.»
«Así pasé las veinticuatro horas sin sentir hambre a causa de mi enorme alegría. Hoy es diferente, ya he disfrutado de mis riquezas y galas por tanto tiempo, que me he acostumbrado a ellas y no me producen tanta alegría».
El mismo principio se aplica en nuestro caso.
Reflexion. El Eterno nos ha permitido acceso a Su tesoro más preciado: la de su palabra y sus preceptos, cuyo detalle más ínfimo es más valioso que todas las joyas del mundo.
Palabras de Jesucristo. No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulaos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. Mateo 6:19-21.
Tiempo de pensar. Mientras el hombre permanece en este mundo tiene permitido adquirir tanto de ella como desee. Por esta razón debería sentirse feliz cada día de su vida. Su corazón debería rebosar de amor intenso y firme por Dios, aunque su vida en este mundo esté llena de tribulaciones y sufrimiento. Después de todo tiene la oportunidad de recoger las joyas más preciosas. Como lo dice el hombre de la parábola: mientras estaba en el tesoro su incomodidad física fue obliterada por su alegría.
Oración. Tu palabra es el mayor tesoro que el REY DE REYES nos ha ofrecido, por esto la recogeré cada día y la pondré en lo más profundo de mi corazón, para aceptar cada principio que en ella hay y acumular tesoros en el cielo. Amén.