La Terquedad
El adjetivo terco se emplea para calificar a la persona testaruda, porfiada o tozuda.
El individuo terco, por lo tanto, se mantiene firme en una posición. No tiene en cuenta los comentarios o las opiniones de los demás si está convencido de lo que piensa. Por otra parte, aunque la realidad le demuestra que está equivocado o que una situación no es tal como él cree, el sujeto terco insiste con su pensamiento o sus acciones.
En muchas ocaciones la terquedad nos lleva a estar enfrascados en nosotros mismos, no viendo la realidad de lo que nos rodea y dejándonos llevar por nuestra manera de actuar y de Pensar.
Mas ellos no escucharon ni inclinaron su oído, sino que anduvieron en sus propias deliberaciones y en la terquedad de su malvado corazón, y fueron hacia atrás y no hacia adelante. (Jeremías 7:24).
Por esta razón cuando somos tercos no vemos la voluntad de DIOS, si no la que nosotros queremos ver.
Dijo una mujer :
DIOS, habla conmigo.
Y entonces un turpial canto en medio del campo, pero la mujer no lo escucho.
La mujer exclamó.
! DIOS, hablame!
Y un gran trueno resonó en todo el cielo, pero la mujer no lo escucho.
La mujer miro a todo lo que había a su alrededor y Dijo:
DIOS dejame mirarte.
Y una gran estrella se iluminó radiante en el cielo, pero la mujer no se dio ni cuenta.
La mujer grito de nuevo:
DIOS muéstrame un milagro.
Y en el nido de unos pájaros nacía una nueva vida, pero la mujer no lo noto.
Llorando desesperadamente, Dijo:
Tocame oh DIOS, para saber que estas conmigo.
DIOS se inclino y toco la mujer. Pero ella sacudió la bella mariposa con las manos.
Reflexión. La terquedad encieguece la voluntad de DIOS en nosotros y nos lleva a ahogarnos en un vaso de agua.
Palabras de Jesucristo. Porque el corazon de este pueblo se ha vuelto insensibley con dificultad oyen con sus oidos; y sus ojos han cerrado, no sea que vean con los ojos, y oigan con los oidos, y entiendan con el corazon, y se conviertan, y yo los sane. (Mateo 13:15).
Tiempo de Pensar. Aprender a ver bien y a escuchar, nos libra de la terquedad de nosotros mismos.
Oración. Señor, perdoname por mi terquedad, ayudame a ser librado de ella, para poder escucharte y verte. Amén