Nadie quiere ser confrontado cuando no acepta la debilidades que vive. Mas para aprender de la vida primero tenemos que aprender confrontarnos a nosotros mismos.
Cuando nos encontramos cara a cara con otra personas, , discutiendo diferentes maneras de pensar, y cada uno defiende sus opiniones , para lograr a entrar a un acuerdo de soluciones, recreamos situaciones de confrontaciones , en muchas ocaciones con visiones diferentes. Estas pueden llegar a un término pacifico o no, todo va depender de la actitud conque nos alleguemos a la discusión. De ahi que si hay agresión, es posible que se convierta en una pelea por defender cada uno su punto de vista. Por esto . La confrontación surge necesariamente de las diferencias individuales y es muy importante poder controlar el temperamento, para arribar a conclusiones más acertadas. Por esto debemos de tener la capacidad de evitar discusiones que no conllevan a un buen resultado, ya que así evitaremos problemas y malos momentos. Podemos confrontar a otros si buscamos el momento adecuado y la sabiduría de Dios, para que el entendimiento tome su parte segura. El apóstol Pablo le hablo así a Timoteo en un consejo de como evitar esos momentos.
Timoteo, cuida bien lo que Dios te ha confiado. Evita las discusiones mundanas y necias con los que se oponen a ti, con su así llamado «conocimiento». 1 Timoteo 6:20.
Por esto si tienes mucho conocimiento de la verdad, no contiendas por tratar de convencer a otros. Deja que el tiempo te va dar la respuesta, y evita aquellas personas que solo causan problemas cuando son confrontadas con su debilidad.
Te repito: no te metas en discusiones necias y sin sentido que solo inician pleitos. Un siervo del Señor no debe andar peleando, sino que debe ser bondadoso con todos, capaz de enseñar y paciente con las personas difíciles. Instruye con ternura a los que se oponen a la verdad. Tal vez Dios les cambie el corazón, y aprendan la verdad. Entonces entrarán en razón y escaparán de la trampa del diablo. Pues él los ha tenido cautivos, para que hagan lo que él quiere. 2 Timoteo 2:23 -26.
Puede también alguien confrontarse consigo mismo, cuando compara por ejemplo sus metas imaginadas con las posibles, o sea sus sueños con sus realidades. Cuando piensa en su formas de actuar y proceder. Cuando se examina internamente y mira cómo está desarrollando su vida, tanto para con el y para con Dios. El confrontarnos a nosotros mismos nos pude aclarar mejor la vida, es donde podemos aceptar los errores cometidos , o meditar a como vamos a superar las dificultades que afrontamos. Nos damos cuenta de nuestras realidades y no seguimos dejándonos llevar por las emociones encontradas. Para enfrentarnos, es necesario buscar la parte espiritual , aquella que nos llena de paz, bondad, mansedumbre y sobre todo de amor. Por esto antes de tratar de confrontar a otros , mírate primero a ti mismo y así sabras si cómo estás procediendo esta correcto. Jesus hablo claro de este tema.
»¿Y por qué te preocupas por la astilla en el ojo de tu amigo, cuando tú tienes un tronco en el tuyo?. ¿Cómo puedes pensar en decirle a tu amigo: “Déjame ayudarte a sacar la astilla de tu ojo”, cuando tú no puedes ver más allá del tronco que está en tu propio ojo?. ¡Hipócrita! Primero quita el tronco de tu ojo; después verás lo suficientemente bien para ocuparte de la astilla en el ojo de tu amigo. Mateo 7:3-5.
Por esto debes ser consciente de tu propia verdad, para que con la prudencia puedas aclara cualquier momento difícil. Recuerda que la sabiduría es poder entender , hasta donde somos capaces de analizar bien cada situación, para no entrar en discusiones innecesarias.
Una buena confrontación calmada y paciente, trae soluciones extraordinarias, y causa efectos asombrosos. Ya que la verdad se ilumina en nuestra vida.
ORACIÓN.
Señor. Dame la capacidad primero de mirarme a mi mismo. Para poder tener la sabiduría de poder confrontar con calma y sin imposiciones. Ayúdame amar al prójimo. Como yo me amo. Esto es ver primeramente mis errores antes de ver el de los demás. Por esto se que con Tu verdad sere consciente de mi realidad. Amén