Quien se siente vivo, no tiene miedo de seguir apostando a la vida y a la felicidad, aun cuando existan riesgos. Sin tomar riesgos no se puede crecer y sin crecimiento no podremos lograr el éxito.
Cuando nos exponemos a si mismo o para salvar a alguien de un peligro siniestro, es donde nos arriesgamos. Ahora de igual manera es una acción muy cotidiana de luchar por lo que pretendemos tomar decisiones donde se gana o se pierde. El exponerse a dificultades que puede tener una persona y que a pesar de eso, nunca deja de luchar. El arriesgado es quien a pesar de equivocarse, de caerse, de perder, siempre se arriesga porque se siente vivo internamente. Estos son los que nunca dejan de luchar por alcanzar los objetivos y sobre pasan todo obstáculo aun peligrosos para llegar a la meta, esforzándose mas de lo que puede. Estos son los que tienen el valor de lograr alcanzar el éxito en la vida. Más existen los que se sienten siempre seguros y no quieren tomar riesgos de cambios debido a que se han acostumbrado a vivir así. Por esto hay quienes se atreven a recrear empresas y otros que solo se sienten bien siendo empleados. Todo es cuestión de mentalidades y personalidades.
“Será su guía uno de ellos, su gobernante de en medio de ellos saldrá, y lo haré acercarse y él se llegará a mí; porque ¿quién se atrevería a arriesgar su vida para llegarse a mí?”–declara el Señor. “Y vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.” (Jeremías 30:21-22).
El riesgo está en confrontación con la propia tendencia del ser humano al control y al equilibrio. Es cierto que la felicidad se ha definido como un equilibrio entre las necesidades del ser humano y sus posibilidades, pero es obvio que ese equilibrio no es estático y para progresar es preciso un desequilibrio (crisis) que nos posibilite un nuevo equilibrio más sano y maduro.
Cierta mañana, un viejo sabio envolvió un huevo en un pañuelo, se fue al centro de la plaza de su ciudad y llamó a los que pasaban por allí: – ¡Hoy tendremos un importante concurso! – dijo – ¡quien descubra lo que está envuelto en este pañuelo recibirá de regalo el huevo que está dentro!.
Las personas se miraron, intrigadas. El sabio insistió: – Lo que está en este pañuelo tiene un centro que es amarillo como una yema, rodeado de un líquido del color de la clara, que a su vez está contenido dentro de una cáscara que se rompe fácilmente. Es un símbolo de fertilidad y nos recuerda a los pájaros que vuelan hacia sus nidos. Entonces, ¿quién puede decirme lo que está escondido?
Todos los habitantes pensaban que el sabio tenía en sus manos un huevo, pero la respuesta era tan obvia que nadie quiso pasar vergüenza delante de los otros. El sabio preguntó dos veces más y nadie se arriesgó a decir algo impropio. Entonces, abrió el pañuelo y mostró a todos el huevo. – Todos vosotros sabíais la respuesta – afirmó – y nadie osó traducirla en palabras.
Así es la vida de aquellos que no tienen el valor de arriesgarse: las soluciones nos son dadas generosamente, pero estas personas siempre buscan explicaciones más complicadas, y terminan no haciendo nada.
En muchas ocaciones tenemos la respuesta a nuestras luchas o dificultades, pero debido a los temores y debilidades de miedo, no damos los pasos necesarios de arriesgarnos a tomar decisiones, que pueden cambiar el rumbo de nuestra vida. Hay quienes pierden oportunidades y las dejan pasar , porque se limitan y se preocupan mas del perder , que del ganar. Por esto quien no se arriesga no triunfa , si no que pierde. La seguridad absoluta no existe, más el arriesgarse te ayudara a encontrar el valor de si mismo.
Respondiéndole Pedro, dijo: Señor, si eres tú, mándame que vaya a ti sobre las aguas. Y El dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, caminó sobre las aguas, y fue hacia Jesús. Pero viendo la fuerza del viento tuvo miedo, y empezando a hundirse gritó, diciendo: ¡Señor, sálvame! . Y al instante Jesús, extendiendo la mano, lo sostuvo y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? (Mateo 14:27-31).
Pedro estaba seguro en la barca con los otros apostles, mas fue el único que se arriesgó a salirte e de ella para caminar en el agua. Por esto tomar riesgos nos impulsa a una decisión: acertada o no. No obstante, la aversión al riesgo puede provocar en el ser humano la tendencia a la pasividad y a la no acción. Así, si temo que me rechacen en una posición de trabajo, debo de pensar a no arriesgarme a pedirla . De esa forma evito la posibilidad del fracaso; más también puedo afectar la posibilidad del éxito por no lanzarme en mis capacidades y darle posición a mis miedos. Solo los riesgos definirán nuestro estado actual de vida, pasivos o positivos. El pensar muy bien antes de actuar también nos evitara el tomar riesgos necesarios o innecesariamente.
La Fe es el encendido de tomar nuestras riesgos y hacerlos realidad. Cuando vamos de la mano de Jesucristo podemos caminar en medio de la tormenta. Lograremos hacerle frente a los miedos e inseguridades, ya que El sera el que proveerá la formas y ajustara las circunstancias para nuestro bienestar. No habrá una cima que no alcancemos, ni obstáculos que no sobrepasemos. Ya que Dios nos dará la sabiduría de la vida, que es el éxito personal de los riesgos.
ORACIÓN .
Señor Jesús. Se que mirándote a ti podré, tomar la decisiónes que me ayudaran a tomar los pasos necesarios para un bienestar. Sabiendo que tu me llenarán de fe con la que podré mover montañas de miedos, para arriesgarme a caminar en la vida seguro. Amen