Cuando te sumerges en el mundo y sus deseos , se ensucia tu vida de fango, se desagrada tu forma de vivir, caes en la bajeza de tu alma, donde los vicios te arropan y la suciedad ser tu vestir, comerás de la basura y el estiércol será tú cama. Por que serás un desamparado de tu propia vida.
Hay quienes se acostumbran a vivir en uno de esos estados, dejándose arrastrar por el pecado y llevando una vida precoz en su interior, que se refleja en su exterior como un desasosiego de la vida.
Hablo en términos humanos, por causa de la debilidad de vuestra carne. Porque de la manera que presentasteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad, para iniquidad, así ahora presentad vuestros miembros como esclavos a la justicia, para santificación. (Romanos 6:19).
Hay una gran diferencian entre un pobre con dignidad y un vagabundo por maldad. El primero sabe que aunque sus circunstancias económicas se vean extremas, saben analizar sus pruebas con principios y valores, reflejando siempre una esperanza, para salir del estado en que se encuentran. Más el vagabundo se echa a contemplar su estado y aún se conforma con su situación, dejándose arrastrar por su lamento, por la cual quiere que sientan compasión de él, más se acostumbra de su condición, sin buscar ayuda para reconocer su error. Por lo general se les dice vagabundos , pero la realidad que son personas dejadas, que no aspiran a nada y que sólo ellos mismos podrán salir de ese estado, cuando reconocen a Dios en su vida espiritual.
Cuentan que un hombre mayor que había recorrido años y kilómetros en la búsqueda del camino espiritual, se topó un día con un monasterio perdido en las sierras. Al llegar allí, tocó a la puerta y pidió a los monjes que le permitieran quedarse a vivir en ese lugar para recibir enseñanzas espirituales. El hombre era analfabeto, muy poco ilustrado, y los monjes se dieron cuenta de que ni siquiera podría leer los textos sagrados, pero al verlo tan motivado decidieron aceptarlo. Los monjes comenzaron a darle, sin embargo, tareas que, en un principio, no parecían muy espirituales. -”Te encargarás de barrer el claustro todos los días” -le dijeron. El hombre estaba feliz. Al menos, pensó, podría reconfortarse con el silencio reinante en el lugar y disfrutar de la paz del monasterio, lejos del mundanal ruido. Pasaron los meses, y en el rostro del anciano comenzaron a dibujarse rasgos más serenos, se lo veía contento, con una expresión luminosa en el rostro y mucha calma. Los monjes se dieron cuenta de que el hombre estaba evolucionando en la senda de la paz espiritual de una manera notable. Un día le preguntaron: -¿”Puedes decirnos qué práctica sigues para hallar sosiego y tener tanta paz interior?”. -”Nada en especial. Todos los días, con mucho amor, barro el patio lo mejor que puedo. Y al hacerlo, también siento que barro de mí todas las impurezas de mi corazón, borro los malos sentimientos y elimino totalmente la suciedad de mi alma”. De este modo el hombre se fue tornando un ejemplo para los monjes, quienes comenzaron a admirarlo y a ofrecerles tareas más importantes, pero el anciano prefirió seguir barriendo las impurezas. Y cuentan que un día su corazón quedó tan limpio y puro que despertó a la conciencia universal, y aún así, continuó barriendo.
“No hay mayor liberación que estar limpio por dentro y en paz por fuera”.
La impurezas nos llevan a reflejar la suciedad del pecado en nosotros, pero sólo cuando decidimos limpiarlas es cuando encontramos bienestar a nuestra vida.
Estamos todos infectados por el pecado y somos impuros. Cuando mostramos nuestros actos de justicia, no son más que trapos sucios. Como las hojas del otoño, nos marchitamos y caemos, y nuestros pecados nos arrasan como el viento. Isaías 64:6
Todo lo que hace impuro al hombre es lo que sale de su corazón , cuando su mente se sumerge en la oscuridad y sus pensamientos son un sinónimo de destrozo , dejándose llevar con una debilidad de su alma. De esto hablo Jesús:
Luego Jesús llamó a la multitud para que se acercara y oyera. «Escuchen, todos ustedes, y traten de entender. Lo que entra en el cuerpo no es lo que los contamina; ustedes se contaminan por lo que sale de su corazón». Marcos 7:14-15.
Decide a reconocer lo que estás impuro dentro de ti, saca de tú mente la escoria que te carcome y llévala a estar sujeta a la vida espiritual por medio de Jesucristo. Barre todo lo que te destruye y limpia lo profundo de tu corazón con la verdad de Dios, que es el desinfectante de tú alma .
ORACION.
Perdóname Señor mis pecados, ya que ellos son la impureza de mi vida, la cual si me dijo arrastrar por ellos seré una escoria. Pero cuando tu los limpias lo llevas y los arrojar a las profundidades del mar para yo ser libre de ellos. Amén.