Cuando descubres la deslealtad , tu corazón se afecta y se resiente el alma. Más el mejor éxito de la vida vienen a menudo después de nuestras mayores decepciones, estas son un trago amargo lleno de experiencias.
Nuestra vida es una mochila llena de experiencias unas buenas, otras malas y otras trascendentales, con la cual lidiamos todos los días. Más son estas ultimas las que le ponen experiencias a lo vivido y nos ponen el peso en la mochila, ya que siempre estarán ahí. Cuando necesitamos recordar experiencias sacamos de la mochila esas vivencias, para no pasar por el mismo dolor y recordar que no debemos afectar de nuevo nuestra vida. Por esto. Cuando somos heridos en el alma, nuestros sentimientos cambian radicalmente, nos llevamos un impacto emocional que transfigura nuestros sentidos y emociones, que es donde radica la capacidad de saber entender nuestras experiencias, en los momentos cuando somos defraudados, traicionados, desilusionado o humillados por las actitudes de otros.
Acuérdate de mi aflicción y de mi vagar, del ajenjo y de la amargura. Ciertamente lo recuerda y se abate mi alma dentro de mí. Esto traigo a mi corazón, por esto tengo esperanza: Que las misericordias del Señor jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad!. El Señor es mi porción–dice mi alma– por eso en El espero. Bueno es el Señor para los que en El esperan, para el alma que le busca. (Lamentaciones 3:19-25).
Es en el alma es donde avergamos o el resentimiento, o el perdón; pero siempre quedará una experiencia de lo vivido que dejará una cicatrices.
¡No hay mayor dolor que ser desilusionado por alguien al que aprendiste amar!.
Poe esto. Cuando decidimos recibier el perdón de alguien que nos ofendió y nos realizo mucho daño, sabemos que lo liberamos de toda carga de conciencia, pero estaremos siempre predispuestos a que no suceda lo mismo, ya que aunque sano la herida, la cicatriz siempre queda por el resto de nuestra vida.
Había una vez un niño que tenía muy mal carácter. Un día su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma debía clavar un clavo en la cerca de atrás de la casa. El primer día el niño clavó 37 clavos en la cerca, pero poco a poco fue calmándose porque descubrió que era mucho mas fácil controlar su carácter que clavar los clavos en la cerca. Finalmente llegó el día en que el muchacho no perdió la calma para nada y se lo dijo a su padre. Entonces el padre sugirió al hijo que por cada día que controlara su carácter debía sacar un clavo de la cerca. Los días pasaron y el jóven pudo finalmente decirle a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca. El padre llevo de la mano a su hijo a la cerca de atrás y le dijo: – Mira hijo, has hecho bien, pero fijate en todos los agujeros que quedaron en la cerca. Ya la cerca nunca será la misma de antes. Cuando dices o haces cosas con coraje, haces heridas que con el tiempo cuando perdonas dejas cicatrizes, como estos agujeros en la cerca.
Seremos como un madero en la vida donde podremos tener muchos clavos enterrados, pero aún cuando no los sacan, la marca del agujero siempre quedan en el alma.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas. (Mateo 11:29).
Una alma herida averga resentimiento y dolor, una alma sanada deja cicatrices de entendimiento, paz y perdón.
Él sana a los de corazón quebrantado y les venda las heridas. Salmos 147:3
En cualquier momento de nuestra vida en el que nos sintamos perdidos o tristes, que no sepamos encajar ciertos aspectos. Debemos de buscar la sanidad de Dios para ser consciente de que Él brinda los mejores remedios para aliviar las heridas del alma, así poder ser restaurados con el perdón, el cual traerá paz a nuestras aflicciones. Él brindará el consuelo por difícil que sea la situación que enfrentemos para ser conscientes de que esa experiencia nos ayudará a madurar y adquirir sabiduría de lo vivido, así transformaremos nuestra vida y le pondremos a nuestra mochila el contenido de conocimiento con el cual andaremos con ella.
ORACIÓN
No permitas oh Dios que mi alma se turve en el odio y resentimiento, ayudame a poder perdonar para sanar mis heridas, sabiendo que la cicatrices me darán la experiencias de la sabiduría. Amén.