Quien presta atención a las reglas y se sujeta a ellas, es capaz de sobresalir en la vida. El éxito comienza en aprender a prestar atención y la obediencia es el resultado del triunfo.
La abediencia es acatar la autoridad de quien manda. Por esto cuando uno se sujeta a la autoridad, esta siendo abediente a el reglamento establecido. La obediencia suele concretarse a partir de obligaciones o prohibiciones que implican la realización u omisión de ciertas acciones. El concepto contempla la subordinación de la voluntad individual a una figura de autoridad, que puede ser tanto un individuo como un grupo o un concepto. Hay quienes, por ejemplo, cumplen obediencia a Dios o bien a una ideología.
Por tanto, obedecerás al Señor tu Dios, y cumplirás sus mandamientos y sus estatutos que te ordeno hoy. (Deuteronomio 27:10)
La obediencia empieza desde nuestra niñez, la cual consiste en estar sujetos a la autoridad de nuestros padres, dentro las reglas del hogar. Debemos de ser sumisos y entendidos cuando estamos bajo autoridad, ya sea en el trabajo, la escuela o la sociedad. Las reglas se hicieron con un propósito y es de construir en el hombre el camino a obedecer para poder lograr resultados en la vida.
Cuando hablamos de obediencia hacemos referencia a una actitud responsable de colaboración y participación que es fundamental para las buenas relaciones entre las personas, sobre todo en la convivencia y para que las relaciones puedan tener un carácter productivo en diferentes situaciones. Quien obedece obtendrá resultados seguros en su forma de actuar y proceder. Por que toda regla se hizo con un propósito y es de asumir la autoridad por la cual fue construida para beneficio de una vida en paz, en prosperidad y bendición. La acción de obedecer es aquella en la que se acatan normas, órdenes, reglas y comportamientos. Quien se sujeta aprende sumisión y esta es la clave para la humildad el ser obediente . El obstinado es rebelde y siempre prefiere andar en su propio yo, sufrirá y tropezara en la vida, por desobediente.
Había una vez un caballito de mar llamado Tilín, que tenía un amigo cangrejo llamado Tomás. Les encantaba pasar las tardes jugando juntos y visitando arrecifes. Los padres de Tilín le habían dicho siempre que tenía permiso para jugar con su amigo cangrejo, siempre que no saliera a la superficie. Un día, le ganó la curiosidad y le pidió a Tomás que lo llevara a la orilla. Este se negó a llevarlo pero Tilín insistió. El cangrejo accedió pero con la condición de que solo fueran hasta una roca por un momento y regresaran enseguida. Así lo hicieron, pero cuando subieron a la roca, no se dieron cuenta que una lancha de pescadores venía del otro lado y cuando los vieron lanzaron su red. Tilín sintió que algo le tiró muy fuerte hacia abajo y se desmayó. Cuando despertó, estaba en su cama con sus padres. Al ver que despertaba Tilín, ellos suspiraron de alivio. Lo siento mamá y papá. Solo quería ver la superficie una vez. Sentir el aire de allá arriba. ¿Qué pasó con Tomás? -dijo Tilín. Lo siento Tilín. Él no pudo escapar- respondió su mamá con la cara triste.
El obedecer a los padres tiene como resultado bendiciones de vida, que lo llevan a poder entender la sujeción a las autoridades.
La obediencia es una fuerza poderosa para nuestra mejora y transformación personal . Cada instrucción de Dios siempre nos hace avanzar y las instrucciones de Dios para nosotros no son de ninguna manera para reducirnos o derribarnos. El eslabón perdido hoy en nuestra experiencia cristiana es la obediencia , que es clave y la verdadera prueba de nuestra fe.
Y Jesús dijo a sus discípulos: Es inevitable que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel por quien vienen! . Mejor le sería si se le colgara una piedra de molino al cuello y fuera arrojado al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeños. ¡Tened cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. (Lucas 17:1-3).
Cuando tú alineas la vida a la voluntad de Dios; obedeciendo lo que El ordena. Es cuando nos rendimos por completo a Su autoridad y trazamos nuestras decisiones al propósito de Su Palabra.
Estudia constantemente este libro de instrucción. Medita en él de día y de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Sólo entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas. Josué 1:8 .
La obediencia es la sumisión de nuestro yo a la autoridad. Es poder estar bajo el manto de Dios en sujeción.
ORACIÓN .
Señor. Ayúdame a doblegar el yo, para poder entender la obediencia, y así poder encaminar en la verdad de Tú Palabra, que es la que me llevará por el camino de la bendición. Amén.