Es mejor ir lento y con objetivos claros. Que darte prisa en la vida y cansarse en la mitad del tiempo, sin poder llegar a la meta. Siempre el que arranca velozmente es el que pierde la carrera.
Por esto quiero que medites en esta enseñanza, de como el entendido y sabio puede cruzar una meta y dejar a tras a los que se creen mas rápidos.
Érase una vez una carrera que se celebraba cada año en un pueblito remoto. Los corredores tenían que hacer un tramo de mil kilómetros y llevar en su espalda un morrar cargado y pesado. Para lograrlo, solo se les daba agua y tenían que sobrevivir con lo que pudieran encontrar. Para la gente de los demás poblados, esta carrera era la más complicada del mundo. Llegaba gente de todas partes del mundo a poner a prueba a sus abilidades. En una ocasión, se presentó a la carrera un anciano flaco y viejo. Los demás jóvenes corredores se reían y decían: Ese viejo y flaco no aguantará y se desmayará a los pocos metros con su carga. El ansían flaco les respondio: “Quizá sí, quizá no. Quizá la carrera la gane yo”. Llegó el día de la carrera y, antes de la voz de partida, los jóvenes al viejo le decían: “Bueno viejo, nos llegó el día, por lo menos tendrás la dicha de decir que en esta carrera participaste un día”. El viejo sin inmutarse respondió: “Quizá sí, quizá no. Quizá la carrera la gane yo”. Salieron los jovenes al escuchar la voz de partida, los veloces pronto tomaron la delantera, detrás iban los grandes y los fuertes, todos a la carrera. El viejo iba el último. Al cabo de los primeros tres días, los jóvenes veloces se desmayaron por agotamiento y falta de comida. Siguió así la carrera y los grandes que podían seguir el tramo, al viejo le decían: Viejo los rápidos se salieron ya. Es un milagro que sigas en pie, pero eso no significa que a nosotros nos ganés. El viejo como siempre, muy tranquilo respondió: “Quizá sí, quizá no. Quizá la carrera la gane yo”. Pronto los grandes se agotaron; por su gran tamaño y la carga que lleva an no podían más con ella, se tomaron toda el agua, y de la carrera fueron sacados. Finalmente quedaban los fuertes y el viejo. Todos estaban sorprendidos porque el viejo iba cada vez más cerca de los fuertes. Ya casi al final de la carrera los fuertes sucumbieron y no podían más quedando agobiados por el cansancio, y decían: “¡No puede ser! Ahora dirán que todos los competidores, fuertes, grandes y jóvenes, ante un viejo cayeron”. Solo el viejo logró cruzar la meta con su carga al hombro, y fue feliz a recibir su premio celebrando su victoria.
Cuando somos jóvenes nos afanamos por poder llegar a cumplir la mayor edad, para que nos consideran como adultos. El afan por crecer fuera de tiempo es cada día mayor en la niñez y la juventud que vemos. Hoy en día lo jóvenes quieren madurar siendo todavía niños.
Mi vida pasa más rápido que un corredor y se va volando sin una pizca de felicidad; desaparece como un barco veloz hecho de papiro, como un águila que se lanza en picada sobre su presa. Job 9:25-26
Parece que la carrera por la vida tiene que ser de prisa, no miden consecuencia, si no que se lanzan a experimentar vivencias, sin tener la capacidad de la responsabilidad de su vida y sus consecuencias; quedando muchos de ellos atrapados y cansados. Cuando llega verdaderamente a la edad madures ya no pueden con la vida, y son fatigados por el tiempo vivido.
No escatimines a nadie por su apariencia, la experiencia hace victorioso al deportista. Si te concentras en la meta y eres consecuente, puedes conseguir lo que quieres.
Todo tiene su tiempo bajo del sol, todo tiene su hora y no hay por que caminar más de prisa del tiempo mismo. Vi además que bajo el sol no es de los ligeros la carrera, ni de los valientes la batalla; y que tampoco de los sabios es el pan, ni de los entendidos las riquezas, ni de los hábiles el favor, sino que el tiempo y la suerte les llegan a todos. (Eclesiastés 9:11)
Aprende a disfrutar de cada etapa de tu vida y serás consiente que cuando llegues a viejo, podrás dar gracias por cada momento vivido.
Jesucristo ofrece una forma de como puedes llegar a una meta livianamente y con fuerzas para seguir adelante en la vida y sobre todo lograr la salvación de tu alma.
Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera. (Mateo 11:28-30)
Es el tiempo el que nos da el conocimiento, para poder llegar a los resultados que pretendemos alcanzar.
” De la prisa no queda sino el cansancio y de la prudencia el buen resultado “
ORACIÓN .
Señor. NO permitas que el afan agobie mi alma, dame el descanso para poder vivir cada momento de mi vida en paz, sabiendo que tu tendrás cuidado de mis pasos. Para poder triunfar en una vida abundante. Amén.