Por mucho que quieras demostrarle al mundo tú exterior, lo único que contara es como reacciona tu interior. Solo un disfraz cambia la verdad de lo que eres.
Un lobo pensó un día cambiar su apariencia para así obtener comida de forma más fácil. Ni corto ni perezoso, se metió dentro de una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño, despistando totalmente al pastor. Al atardecer, fue llevado junto con todo el rebaño al granjero, donde le cerraron la puerta para que ningún lobo entrara a comerse a las ovejas. Sin embargo, en la noche, el pastor entró buscando la cena para el día siguiente, tomó al lobo y creyendo que era un cordero, lo sacrificó al instante.
Dice un refrán muy castellano “Las apariencias engañan” y cuanta razón encierra el dicho. La psicología lleva muchos años intentando, desde la pura Ciencia, determinar cuales son las bases de estos “juicios a priori”, cuando conocemos a una persona e incluso si vemos una imagen fotográfica tendemos a crear un mapa mental con atribuciones sobre este personaje,
solemos decir “la primera impresión es la que cuenta” sin pensar cuantas veces tenemos que digerir esas palabras por ser inciertas. Según los psicólogos treinta segundos es el corto espacio de tiempo que necesitamos para tener una primera impresión en la que influyen varios factores, desde nuestra propia inteligencia social, la apariencia física, este apartado normalmente está teñido de moralina, no importa la apariencia sino el interior, lo importante es la forma de ser y comportarse etc, por eso ¿debería sorprendernos que las personas más atractivas tengan menos dificultades en cualquier aspecto de la vida desde el laboral al amoroso?, motivación, estado de ánimo.
Pero el Señor le dijo a Samuel:—No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón. (1 Samuel 16:7).
No solo vemos lo que queremos sino lo que queremos ver, y muchas veces proyectamos en los demás nuestras propias carencias, por no hablar de las expectativas creadas según nos hayan hablado previamente de la persona nuestra impresión será positiva o negativa.
El Señor detesta el engaño; no le agradan las balanzas adulteradas. (Proverbios 20:23).
Como dice el dicho “El mundo vive de apariencias, por eso estamos en la ignorancia”.
Muchas personas en el mudo tratan de vivír del las apariencias, mostrando una cara falsa de la moneda, son aquellos que quieren se vistos de una forma diferente ante los demás, que han desarrollado el engaño de ellos mismos, en una falsedad y aparencia.
Por esto :!! Aunque el lobo se vista de oveja, lobo es!!
No vivimos por aprencia. Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.
»Ten cuidado de los falsos profetas que vienen disfrazados de ovejas inofensivas pero en realidad son lobos feroces. (Mateo 7:15).
No todo el que se viste de luz alumbra, ya que cuando descubrimos el interruptor de su interior, definiremos el grado de oscuridad.
ORACIÓN .
Señor. Concédeme la capacidad de ser trasparente y honesto con migo mismo, para poder reflejar ante los demás, la sinceridad de mi vida. Que será la luz que alumbrara mi camino. Amén.