TUS BUENAS INTENCIONES.

Querer hacer lo mejor de nosotros, nunca satisface a otros. Más todo lo que vale es con el corazón como lo hacemos.

Luis es un niño de 6 años. Un buen día decidió despertarse antes que sus padres para prepararles el desayuno. “Humm, les haré unos ricos panqueques”, se dijo a si mismo y empezó a buscar los implementos en la cocina. Un tazón grande, un cucharón. Buscó el paquete de harina que con las justas podía levantarlo, subió a una silla para estar a la altura de la mesa. Al levantar el paquete de harina, quedó casi la mitad desparramada entre la mesa, la silla y el suelo. Tomó lo que pudo con sus pequeñas manos y la puso en el tazón, agregó leche y azúcar. La mezcla dispareja empezaba a chorrear por los bordes. Las huellas de harina estaban por toda la cocina.

Pasados unos minutos y con el cucharón en mano, Luis estaba totalmente cubierto de harina y empezaba a frustrarse. Su intención era darle un rico desayuno a sus papás, pero todo le estaba resultando al revés. Ya no recordaba qué más debía agregar a la masa, si debía meterlo en el horno (que no sabía utilizar) o en la sartén. Otra vez se acercó a la mesa y por accidente botó una botella de leche al piso, los huevos rodaron de la mesa y se quebraron. Intentó limpiarlo, pero resbaló y su pijama se llenó de todo aquello que estaba tirado en el piso.

Por el ruido, su padre se despertó y bajó a la cocina. Luis levantó la mirada y vio a su papá en la puerta. Las lágrimas empezaron a caer de sus ojos. El solo quería hacer algo bueno y en lugar de ello, había dejado todo hecho un desastre. Con temor, sabía que su padre lo regañaría y tal vez hasta lo castigaría. Pero su papá lo miró, se acercó lentamente a él, lo tomó en sus brazos y le dio un gran abrazo.

La conducta humana se presupone movida por un propósito, de lo contrario no sería racional. Por lo mismo, se la tiene por intencionada; pero como no tenemos forma de saber acerca de ese propósito sino a través de la acción manifiesta que lo pone en acto o, cuando menos, a través de un signo de esa acción, ¿qué pasa cuando la acción de un individuo no se corresponde con los signos que la revelan? A menudo la “intención” de un individuo no se explicita por medio de sus gestos y acciones sino todo lo contrario. ¿Cómo podemos juzgar acerca de las intenciones de un individuo si su conducta nunca llega a ser suficientemente explícita? La sospecha, el recelo, la desconfianza o la precaución que suelen acompañar nuestra reacción ante la conducta de otro surgen a raíz de esta inadecuación esencial entre los signos manifiestos de una acción y las intenciones que –supuestamente– la sustentan. Las penas de amor –¿me ama? ¿no me ama?–, las promesas –¿este tipo es de fiar?– y los compromisos de palabra y hasta algunos gestos efusivos u hostiles fundan otras tantas incertidumbres sobre la intención. Ahora una buena intención, es poder tratar de hacer lo mejor para satisfacer a otros, aunque no obtengamos el resultado que pretendemos realizar a su cien por ciento.

Lo importante es poder demostrar que hubo ganas de poderlo realizar con ánimo de llegar al objetivo trazado.

Otras veces es mejor quedarse en las buenas intenciones, en lugar de pasar directamente al acto; podemos predecir una consecuencia indeseada y suficientemente disuasoria como para apartar el propósito.

Así que no juzguen a nadie antes de tiempo, es decir, antes de que el Señor vuelva. Pues él sacará a la luz nuestros secretos más oscuros y revelará nuestras intenciones más íntimas. Entonces Dios le dará a cada uno el reconocimiento que le corresponda. 1 Corintios 4:5.

Aunque muchos de los buenos deseaos los realizamos pensando en lo mejor para el otro, es posible que el resultado final no sea el esperado. Muchas veces tomamos decisiones en base a sentimientos y, con la ingenuidad de nuestro lado, pensamos que todo es posible si se acompaña con el corazón.

Pero yo, el Señor, investigo todos los corazones. y examino las intenciones secretas. A todos les doy la debida recompensa, según lo merecen sus acciones. (Jeremías 17:10)

Pese a los buenos deseos nuestras acciones pueden hacer mucho daño. Antes de pasar a la acción conviene reflexionar sobre qué hacemos, si tenemos la capacidad necesaria para llevarlo a cabo y qué consecuencias puede producir su materialización.

Me diste vida y me mostraste tu amor inagotable, y con tu cuidado preservaste mi vida.”Sin embargo, tu verdadero motivo —tu verdadera intención— “.Job 10:12-13

Una buena intención no siempre trae el resultado que esperamos, pero el corazón del sentimiento la acompaña.

Muy tarde esa misma noche, los discípulos estaban en la barca en medio del lago y Jesús estaba en tierra, solo.

Jesús vio que ellos se encontraban en serios problemas, pues remaban con mucha fuerza y luchaban contra el viento y las olas. A eso de las tres de la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el agua. Su intención era pasarlos de largo, pero cuando los discípulos lo vieron caminar sobre el agua, gritaron de terror pues pensaron que era un fantasma. Todos quedaron aterrados al verlo. Pero Jesús les habló de inmediato: «¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí! ¡No tengan miedo!». (Marcos 6:47-50).

No siempre lo que opines o trates de hacer, traerá la satisfacción a otros. Pero la buenas intenciones son la base del intento.

ORACIÓN .

Señor. Guarda mi corazón con las buenas intenciones, para no meterme en los procesos de los demás, y saber que podemos ayudar con conciencia para bendecir a otros. Amén.

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