Las grandes indecisiones debilitan a las personas en inestabilidad, creando un mundo de peligro , que le impide a no tomar riesgos, por sentir imposibilitado de lo que debe realizar o hacer.
En cierto día muy crudo del invierno ansiaba un asno la vuelta de la templada primavera, porque en ésta rumiaba fresca hierba, en vez de la seca paja que le daban en una húmeda cuadra durante el riguroso invierno.
Poco a poco llegó el buen tiempo y con él la hierba verde en abundancia; pero era tanto lo que el pobre jumento tenía que trabajar, que no tardó en cansarse de la primavera y anhelaba la venida del verano. Cuando, al fin, se le cumplió su deseo, vio el asno que su condición no había mejorado, pues tenía que ir cargado de heno y hortalizas todo el día, sufriendo el rigor de los grandes calores.
No le quedó, pues, sino desear la llegada del otoño; pero en él era tan duro su trabajo de llevar costales de trigo, cestos de manzanas, haces de leña y otras provisiones para el invierno, que el descontentadizo asno empezó a suspirar por esta estación, en la cual, por lo menos, podía descansar, aunque su ración no fuese tan abundante y sabrosa.
Cuando se manifiesta la inestabilidad, se anhelan otros momentos, nunca se está contento con lo que posee. Manifestando la imposibidades del tiempo y sus debilidades, debido a su incertidumbre.
La inseguridad es una condición en la cual la persona se siente vulnerable y percibe inconscientemente el entorno como una amenaza. Es propia de individuos con bajo auto estima y cuando este rasgo está presente en los hombres, es difícil que pueda disimularse, sin embargo, es muy común que quienes la padecen, intenten camuflarla con actitudes y conductas que denoten fortaleza. En su versión menos conflictiva, una de las principales señales que emite un hombre inseguro es la falta de compromiso, tanto con las personas como con las responsabilidades.
Sé tú mi roca de seguridad, donde siempre pueda esconderme. Da la orden de salvarme, porque tú eres mi roca y mi fortaleza. (Salmos 71:3).
Las mujeres a menudo se olvidan de que no son las únicas plagadas de inseguridades; los hombres también las tienen. Un hombre casi nunca admitirá sufrir problemas de imagen corporal o revelar su ansiedad. Por lo general, no tienen el hábito de querer hablar de ello, pero nunca se sabe cuándo podría estar lastimando cuando menciona estos asuntos. A pesar de que los hombres no hablan abiertamente sobre qué los hace inseguros de sí mismos, muchos de ellos realmente desearían que las mujeres comprendan un poco más sobre sus problemas. Mas confiar en Dios nos traerá la seguridad en la vida.
Mi Dios, mi roca, en quien encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi lugar seguro. Él es mi refugio, mi salvador, el que me libra de la violencia. 2 Samuel 22:3
Las inseguridades de un hombre pueden variar según su edad, su carácter y la cultura del país donde vive, pero casi siempre son los mismos miedos los que atormentan a los hombres y los cuales están relacionados con aspectos económicos o sexuales.
Mi corazón está atribulado e inquieto; me atormentan los días de sufrimiento. Camino en penumbra, sin la luz del sol. Clamo por ayuda en la plaza pública; pero me consideran hermano de los chacales y compañero de los búhos. Job 30:27-29.
Las inseguridad te lleva a estar Inconforme, con sigo mismo, manifestando siempre y en todo momento la insatisfacción. Su falta de carácter lo lleva constantemente a ansiar cambios en su vida, anhelando otros momentos. Pero siempre cae en el principio de partida.
Contentémonos con lo que tenemos, intentando recordar que siempre existirán otros que sufren mayores privaciones que nosotros mismos. Más la duda de nosotros mismos nos llevan a pensar demasiado y a sentir inseguridades de incapacidad. Por esto es necesario ser capaz de aceptar tus verdaderos propósitos, trabajando con destreza hacia el objetivo que pretendes, ya que tu fe te hará ver los grandes talentos que el Señor te otorgo. Para decidir que si se puede lograr. No dejes que el miedo te paralice, mira a Jesucristo en medí de la tempestades, para que tus dudas desaparezcan.
Si el Señor no me hubiera ayudado, pronto me habría quedado en el silencio de la tumba. Clamé: «¡Me resbalo!», pero tu amor inagotable, oh Señor, me sostuvo. Cuando mi mente se llenó de dudas, tu consuelo renovó mi esperanza y mi alegría. Salmos 94:17- 19.
Es más fácil caer en la inseguridades, que poder levantarnos en los momentos difíciles.
ORACIÓN .
Señor. No permitas que la inseguridades rodeen mi vida, se que por medio de Ti obtendré la certeza de la fe, con que puedo mover montañas, Tú eres mi protección y auxilio en medio de las pruebas. Amén.