CADA UNO RECOGE DE LO QUE COSECHA.

Si cultivas trabajo, recogerás éxitos. Si cultivas amor, recogerás felicidad. Si siembras vientos, recogerás tempestades. En definitiva, que si quieres que algo ocurra, predisponlo todo para que suceda.

En un oasis escondido entre los más lejanos paisajes del desierto, se encontraba el viejo llamado Fernado de rodillas, a un costado de algunas palmeras datileras.

Su vecino Ivan , el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio a Fernado transpirando, mientras parecía cavar en la arena.

-Que tal anciano? La paz sea contigo.

– Contigo -contestó Fernado sin dejar su tarea.

-¿Qué haces aqui, con esta temperatura, y esa pala en las manos?

-Siembro -contestó el viejo.

-Qué siembras aqui, Fernando ?

-Dátiles -respondió mientras señalaba a su alrededor el palmar.

-¡Dátiles!! -repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez.

-El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.

– No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos…

-Dime, amigo: ¿cuántos años tienes?

-No sé… sesenta, setenta, ochenta, no sé.. lo he olvidado… pero eso, ¿qué importa?

-Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años en crecer y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los ciento un años, pero tú sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.

-Mira, ivan, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto… y aunque solo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.

-Me has dado una gran lección, Fernado , déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste – y diciendo esto, Iván le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.

-Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves, a veces pasa esto: tú me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. Parecía cierto y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseché una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.

Nuestro futuro dependerá de lo que sembremos. Ya que el será el fruto de lo que recomeremos. Prepáralo, pero hazlo de la manera adecuada. Escúchate y escucha a tu entorno. Tampoco busques imposibles ni venganzas, ya que eso solo atrae al fracaso y a la frustración. El poder valorar lo que posees, superará lo que te duele y lucharás por lo que te propones hacer.

¿Acaso el agricultor siempre ara pero nunca siembra?. ¿Está continuamente labrando la tierra y nunca plantando? (Isaías 28:24)

Lo que siembres en el presente , será la cosecha de tu futuro. Solo tú determinarás lo que puedes recoger, sabrás que tú siembra podrá transformar el futuro de muchos, por la cual serás el responsable en el presente, del mañana de tu vida.

Siembra tu semilla por la mañana, y por la tarde no dejes de trabajar porque no sabes si la ganancia vendrá de una actividad o de la otra, o quizás de ambas. (Eclesiastés 11:6).

Dicen que la vida es un eco, que lo que envías y regresa . Dicen que cada uno recoge lo que siembra. Que lo que das es lo que obtienes. También se habla de que lo que ves en los demás existe en ti. En definitiva, como dijo Facundo Cabral, “la vida es el arte del encuentro”.

Es obvio que no se recoge el mismo día en que se siembra. No obstante, tú eres el responsable de lo que haces antes y después de la siembra. Este proceso requiere de tiempo.

Eres libre de hacer o no hacer, de pensar o no pensar, de actuar o no actuar, de decir o no decir, etc. No le eches la culpa a los demás de lo que te sucede. Eres libre de tus actos, pero no de sus consecuencias.

Si no te gusta lo que cosechas, analiza y cambia lo que siembras. No te canses de hacer el bien, ni dejes de trabajar cuando todo se complica. No crecemos cuando las cosas se vuelven fáciles, sino que lo hacemos cuando aumentan los desafíos de tu vida.

Construimos nuestra vida con lentitud y, sin darnos apenas cuenta, estamos caminando por senderos que hemos ido forjando. Conocemos como la palma de nuestra mano el valor del esfuerzo, del sacrificio y de la voluntad. Sabemos que es el camino del éxito pero, sin embargo, lo descuidamos con facilidad.

Cosechar éxitos no siempre es dulce. El proceso hasta el éxito puede ser amargo, pues requiere de gran cantidad de sacrificio y de autocontrol. Sin embargo, cuando comenzamos a cambiar, a hacer las cosas diferentes, comenzamos a alcanzar logros.

Jesús respondió:—El Hijo del Hombre es el agricultor que siembra la buena semilla. El campo es el mundo, y la buena semilla representa a la gente del reino. La maleza representa a las personas que pertenecen al maligno. (Mateo 13:37-38).

!!Si quieres conocer el pasado, entonces mira tu presente, que es el resultado. Si quieres conocer tu futuro,  mira tu presente, que es la causa!!.

ORACIÓN .

La ley de la siembra y la cosecha, tiene como sentido poder entender el procesó de nuestro futuro. Por eso oh Dios ayúdame a compréndelo y poder sembrar, cultivando en la tierra que vivo. Amén.

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